Tras los focos, imágenes inmortalizadas en postales para el recuerdo, leyendas que se pasean entre las calles, y una belleza admirada por todas las personas que respiran el aire instalado en la ciudad, Sevilla guarda su cara más triste. La otra. La desconocida. En todo paraíso hay lugar para el destierro, donde las sombras no refrescan sino sacuden como sol veraniego. Retales que no son históricos, pero que permanecen alejados pese a ser la realidad más cotidiana de la ciudad. Lugares donde la vida sonríe de forma diferente, o las lágrimas se derraman con otro cariz. Escuelas callejeras donde se aprende a vivir siempre desde lo más bajo. Un crecimiento que aporta otro prisma en los ojos de cada uno. Pero no por ello es negativo. En absoluto, esos cristales con los que se lanza la mirada otorgan una experiencia válida para el futuro.
El Polígono Sur acoge las barriadas de las afueras de la ciudad en su vertiente meridional. Comenzó a edificarse a finales de los años sesenta, dentro de los planes de expansión de las principales ciudades españolas que necesitaban crecer hasta el punto que la población llegó a triplicarse, proyectos que pueden verse en la hemeroteca de ABC de Sevilla. El sur de la ciudad era un lugar propicio para construir nuevas residencias pese a su lejanía. Este nuevo entorno, acogido como una nueva oportunidad para muchas personas que veían la posibilidad de comenzar de nuevo, tuvo en sus primeros vecinos a personas que se trasladaron de otros barrios conflictivos. Sin embargo, el cambio no fructificó. Las esperanzas se vinieron abajo.
Las instituciones dejaron de lado a esta zona, que quedó completamente marginada y se convirtió en un suburbio cerrado en el que proliferaron las actividades más virulentas que afectan a las más de 50.000 personas que habitan en ella, como puede comprobarse en el censo del Distrito Sur. La droga, los robos y el vandalismo se hicieron dueños de las diferentes barriadas, sobre todo mientras más a las afueras se adentraba el callejero, donde la sangría es una hemorragia desenfrenada. Paralelamente, los estereotipos también crecieron y el Polígono Sur se convirtió para el sevillano de a pie en un lugar peligroso donde sólo residen gitanos y gentuza. Una discriminación tan injusta como pobre, por más tintes de realidad que pueda contener. Sevilla, tan abrazada a sus raíces, es capaz de despreciarse a sí misma con facilidad. Idiosincrasia intocable.
Pista de baloncesto completamente abandonada l Daniel Moya López
Los medios de comunicación también han tenido su influencia en este contexto. A menudo, las únicas informaciones que ven la luz en la página de los periódicos, en las cámaras de televisión o en los micrófonos de la radio son aquéllas que guardan una connotación negativa. Tan sólo se habla de la agresión a profesores, de redadas policiales y nada de las buenas obras que se realizan en sus respectivos barrios para ayudar a los más desfavorecidos. Esos guardianes del ciudadano se perdieron por la senda de los intereses. Un brazo del poder que protege y desprotege a los vecinos con el simple hecho de abrir o cerrar el puño. Convirtieron un barrio alicaído en una selva sin control, una hiperbolización dramática propia de la ciudad.
Por tanto, es indudable que estas barriadas son la asignatura pendiente de Sevilla, que ha sido incapaz de dar una solución definitiva o certera a sus problemas. Una desconexión con la ciudad que viene desde la pasividad, porque a la hora de la verdad el Polígono Sur cuenta con medios para salir a flote. Por ejemplo, en transportes públicos cuenta con hasta cinco líneas que (2, 30, 31, 32 y el nocturno A5) que la comunican con el resto de la ciudad. Un debe quizás sea su única parada de Taxi, en ocasiones vacía de vehículos. De hecho, algunas veces estos se han negado a transportar a sus pasajeros a la zona por miedo.
Es una realidad que el Polígono Sur es una zona conflictiva, complicada y difícil, pero las instituciones tampoco parecen hacer mucho por evitarlo y han sumido en el abandono a las barriadas. La presencia policial es escasa, y la renovación de las infraestructuras demasiado intermitente. Bien es cierto que los vecinos tampoco han ayudado y muchas veces son ellos los responsables del deterioro de parques infantiles o pistas deportivas. En esas tierras sin ley, el peor enemigo es uno mismo. La ignorancia de no saber lo que se tiene.
Restos de una fogata encendida en La Oliva l Daniel Moya López
Pero generalizar no es la solución a los problemas. Tan sólo sirve de venda para cegar que existen alternativas y opciones, interesen o no. Más allá de mayorías o estereotipos, el Polígono Sur es una zona de Sevilla en la que viven trabajadores muy dignos y que tienen que sobrevivir día a día con la marginación. Una zona obrera en la que no hay ninguna norma que recite aquello de que es imposible triunfar. No en vano, de sus barriadas han salido muchos ejemplos de personas que se han labrado buenas sendas en su vida. Es el caso, por ejemplo, de Paco Mije, ex futbolista que llegó a debutar en Primera División con el Sevilla FC. “Yo nací en las 3000 viviendas y con 10 años me vine a La Oliva, que siempre he dicho que es un barrio de trabajadores. Yo me he sentido muy seguro de niño aquí, aunque sea un barrio más complicado”, afirma. Paco no cree que el hecho de salir de esta zona suponga inconvenientes, ya que “si te gusta realmente lo que haces, creo que hay el mismo nivel de posibilidades seas de aquí o seas de Los Remedios”. No es el único caso. Jugadores como Domingo Cisma o Raúl Martín también salieron de esta cantera. Luces entre tantas sombras, y es que aunque el sol a veces parezca difuso, nadie dijo nunca que no existiera por estos senderos de cemento y descampados de hierbajos sedientos.
Claro que no todo es talento deportivo. Dentro de los estigmas con los que se ha marcado a la juventud, sobresalen casos que desmienten esos dogmas impuestos con más facilidad que conciencia. No todo es absentismo escolar, ni niños en las calles, ni desempleados sin perspectivas de futuro. Juan Tejero es graduado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Sevilla, y actualmente cursa un máster universitario en Estudios Avanzados en Dirección de Empresas. “Nunca me ha supuesto una dificultad añadida vivir en las 3000 viviendas. He jugado y crecido como los demás niños de cualquier otro barrio”, se sincera. Juan consiguió sacarse la carrera con una solidez brillante, curso tras curso sin materias pendiente. Él defiende la capacidad de la persona: “El barrio no te dictamina tus posibilidades. Depende de la persona, de las ganas que tenga uno de labrarse un buen futuro”, y añade con contundencia que “estoy haciendo un máster y vivo al lado de Las Vegas”. Tampoco es un rayo de sol aislado, existe un número a tener en cuenta de estudiantes universitarios que tienen su residencia por estos lares.
Dos antiguos comercios que permanecen cerrados y cuyas fachadas han sido tatuadas l Daniel Moya López
Sí es cierto que la mayoría de jóvenes no alcanzan estos logros, perdidos por la senda más oscura de las barriadas que componen el Polígono Sur. Muchos amigos y compañeros que se quedaron en el camino atraídos por la peligrosa filosofía del dejarse llevar. Aún así, Juan cree que esto se deba tal vez “por la educación que reciben de los padres, que no les inculcan lo adecuado”. La imagen negativa que existe alrededor de esta zona les perjudica, no permite progresar y la marginación es patente en todos los escalafones de la sociedad. “Existe marginación hasta el punto de que a cualquier persona cada vez que hablas de esta zona les da miedo y evitan cualquier presencia en estos lugares”, sentencia. ¿El camino a mejorar? Demasiados senderos existen al frente, pero este estudiante echa de menos “mayor presencia policial y la creación de una comisaría cerca, que se imponga la ley”. Y es que, las más cercanas se hallan en Bami o en Los diez mandamientos, pero ninguna en sus interiores. Una petición que viene desde los años 80 desde la plataforma ‘Nosotros también somos Sevilla’ y que nunca ha sido satisfecha, a pesar de que las distintas instituciones se comprometieron a ello, como recoge Andalucía Información.
Desde 2003 existe el Plan Integral del Polígono Sur, una iniciativa formada por un Comisionado que pretende la recuperación del barrio tras las reivindicaciones vecinales con lemas como “El Sur existe”. A través de modelos de gestión y financiación, este proyecto pretende conocer los problemas de la zona y resolverlos. Sin embargo, aunque se han logrado pequeños avances durante el mandato de Jesús Maetzu, actual Defensor del Pueblo de la Junta de Andalucía, queda demasiado trabajo por delante y muchas perspectivas que parecen remotas. Tras aceptar ese cargo, María del Mar González asumió el reto, hecho que recogió Diario de Sevilla con diez desafíos que conforman la triste imagen pública e interna del Polígono Sur.
Entre las innovaciones más destacadas se encuentra la reforma del Centro de Salud Inmaculada Vieira Fuentes, con un moderno edificio adaptado al acceso para todas las personas, y la construcción del Centro Deportivo Polígono Sur, con instalaciones bien preparadas para practicar deporte. También hace ya algunos años que se impulsó la cabalgata de Reyes Magos para todas sus barriadas, existiendo anteriormente tan sólo la de La Oliva. Además se han logrado poner talleres para las personas más desfavorecidas y jóvenes en riesgo de exclusión social. Y en el futuro contará con un centro de día para mayores, tal y como informó Sevilla Actualidad.
Restos de basura en un árbol no fomentan una buena imagen l Daniel Moya López
Hilario Moya es el secretario de la Asociación Familiar La Oliva, una de las más grandes del Polígono Sur. Tras muchos años involucrado, conoce bien la realidad de la zona y su devenir en el tiempo. La experiencia es un grado, afirma el caprichoso refranero español. Como miembro de la Junta Directiva de la Asociación, ha sido partícipe de la colaboración con las instituciones: «El Ayuntamiento nos da tres subvenciones, una de funcionamiento, otra de viajes, y una última de actividades culturales. Además, el Instituto Municipal de Deportes nos da también otra para deportes«. Sin embargo, estas ayudas son insuficientes. «La cantidad es de 790 euros para todo el año, que no nos da ni para pagar un recibo de la luz«, explica Hilario. Estas asociaciones tienen una importancia vital para las distintas barriadas, pues suponen un apoyo para los vecinos con una serie de ayudas de agradecer para los mismos. «Nosotros tenemos una biblioteca a disposición de las personas que lo deseen, así como ramas para la juventud, la tercera edad y las mujeres, donde se imparten cursos y conferencias«, comenta el secretario de la A.F. La Oliva, que prosigue diciendo que «el deporte también es una labor fundamental, y con nuestros equipos evitamos que los niños pasen más tiempo en la calle con el riesgo que ello conlleva de que se metan por otros designios no tan deseados«.
Él se trasladó a La Oliva a mediados de los años 80. Es por eso que ha visto como el barrio ha evolucionado a lo largo de los años. «Creo que las instituciones pueden hacer mucho más, pero lo cierto es que les da un poco igual la situación del Polígono Sur. En vez de presumir de gastar y destinar dinero al barrio, lo que deben hacer es ejecutar, porque aquí no se ve dónde está el dinero. ¿Dónde está el dinero?«, dice. Además, critica los intereses políticos sean del partido que sean. «Hasta que algo no sale en los medios de comunicación, no les importa. Por eso los medios son muy importantes aquí, aunque luego reseñen lo malo y den informaciones equivocadas. Pero si quieres denunciar algo, sólo puedes hacerlo a través de los medios directa o indirectamente«.
La vertiente sur sevillana tiene recursos para salir del pozo. Gente trabajadora, con buena voluntad y perspectivas de futuro que permiten que con un empujón, las heridas se alivien y el suburbio sea menos hermético. La labor es compleja, se requiere concienciación para el ciudadano, mostrar las virtudes que habitan por la zona y apostar por ellas. Formación y educación, pero también otorgar oportunidades a muchos jóvenes que intentan buscarse un hueco entre tanta niebla no atmosférica. Hay muchos errores, por parte de ambos bandos, pero nunca es tarde para abrazar a un corazón sombrío.
Y en ese caminar trasiego y sin rumbo sigue el Polígono Sur, cada vez más desorientado y desesperanzado. En esas calles desgastadas, donde la noche es algo distinta y el ambiente peculiar, los años han pasado, algunas caras se han renovado, pero la situación sigue siendo la misma pese al cruce de décadas. Sevilla, ciudad de dos caras, monumental en su historia, y monumental en sus miserias. Destella al exterior una imagen de brillo a relucir, mientras en otras zonas las cenizas y las brasas de candelas encendidas en madrugadas a la intemperie son los restos arqueológicos que nadie admira. Por fuera luce sólida, serena y esboza una sonrisa, pero por dentro esconde demasiadas huellas de garras que sangran lágrimas de dolor. Rostros que ocultan la tristeza interna. Existen dos ciudades que viven en paralelo pero separadas por una barrera invisible pero cuya demolición no parece preocupar a nadie. Dos Sevilla. Y ésta es la otra.